A diferencia de otros trabajos tardíos de Franck, su sonata para violín (1886) fue inmediatamente recibida calurosamente por el público y los críticos. La sonata está dedicada a Eugène Ysaÿe quien, con su técnica impecable, despertó la admiración de sus contemporáneos. Ysaÿe estaba tan entusiasmado que prometió: "Tocaré esta obra maestra donde sea que encuentre un pianista artístico". Desde entonces, nada ha alterado el entusiasmo del público por este trabajo, pero era hora de revisar la antigua edición de Henle a la luz del estado actual de la investigación. En particular, se ha demostrado que Franck estuvo muy involucrado en la lectura de las pruebas de impresión, por lo que la nueva edición de Henle no solo se basa en el manuscrito autógrafo, sino que también tiene en cuenta las numerosas adiciones que contiene la primera edición. La anotación de la parte del violín de la edición Henle se debe a Yehudi Menuhin. Daniel Hope se encargó de las mínimas adaptaciones al texto musical revisado.

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